Ana, Jessica y Verónica rompen su silencio sobre la violencia que sufrieron durante sus partos. Alicia, matrona, nos ayuda a entender y a poner en contexto sus experiencias. A partir de sus relatos, este episodio aborda la violencia obstétrica y la importancia de nombrarla para evitar que se siga produciendo.Con la colaboración de Alba Mareca y Diana OliverIlustración de Moderna de pueblo
Lucía Antes de empezar, dos cosas. Si nos escuchas con auriculares, podrás apreciar que este pódcast está mezclado en binaural. Es decir, el sonido es tridimensional, envolvente o como quieras llamarlo. Te invitamos a que lo pruebes.
También puedes escucharnos desde nuestra web, donde encontrarás la transcripción, imágenes y más contenidos. El enlace es parir.info
Claudia En 2020 lanzamos un webdocumental sobre el parto respetado. Ahora estamos produciendo un largometraje para entender la violencia obstétrica. Este pódcast cuenta la investigación que hay detrás.
Soy Claudia Reig y esto es Parir en el siglo 21, un documental de Barret Cooperativa.
Ana Para mí, poder hablar de mi primera experiencia de parto me ha costado mucho.
Es algo que se supone que es tan bonito y, de repente, lo pasas tan mal. Y no lo contaba.
Jessica Hacer una entrevista en profundidad sobre todo lo que pasó, creo que me ayudó a organizar un poco todos los eventos en mi cabeza...
Creo que es importante para sanar esa herida, el hablar de ello.
Verónica Encontrar que, cuando hablaba de ello, muchas personas me decían... Muchas me decían: «Uy, Dios mío, qué horror».
Pero otras me decían: «A mí me pasó algo parecido», o «Tuve algo así», o «Te comprendo».
Claudia En julio de 2021 publicamos un mensaje a través de las redes sociales, en el que pedíamos testimonios de mujeres que hubieran sufrido o presenciado violencia obstétrica.
En este capítulo queremos conocer el concepto de violencia obstétrica a través de los relatos de quienes la han sufrido y la siguen sufriendo: las mujeres.
Hemos escuchado a Verónica, Ana y Jessica, tres de las 150 mujeres que respondieron a aquel llamamiento. Ellas son las protagonistas de este episodio.
Jessica Lo tenemos tan normalizado que no nos damos cuenta.
Sobre todo en casos en los que la madre y el bebé salen vivos... salen sanos, es muy fácil recibir el mensaje de: «Lo importante es que estéis bien» y ya está.
Y yo creo que es un mensaje muy, muy, muy dañino.
Creo que no, que hay que hablar de las cosas que se han hecho mal y es la única manera. Porque si no se denuncia, no va a haber manera de cambiarlo.
Claudia Ella es Verónica.
Verónica En el transcurso de contar mi experiencia, salió el Colegio de Médicos a decir que en España no existía la violencia obstétrica. Y negar algo así tampoco me parece que sea lo más saludable.
Pienso que hay que hablar de ello, no tanto como una crítica; sino simplemente de algunas cosas que yo creo que se pueden hacer mejor. Que un parto no sea algo tan traumático.
Claudia Por último, ella es Ana.
Ana Que se vea que existe la violencia obstétrica. Que existe, que el problema está ahí. Espero que estas historias sirvan para que cambien las cosas y que no vuelva a pasar, porque no tendría que pasar.
Claudia Llegaron testimonios de muchas partes y, para poder cubrir todo el territorio, hemos contado con periodistas de otros puntos del país que ya conocían y habían trabajado el tema de la violencia obstétrica.
Diana Oliver está especializada en maternidad y salud, y nos presenta a Jessica.
Diana Jessica tenía 29 años cuando entró por urgencias en un hospital público de Madrid, en octubre de 2020.
Estaba casi en la semana 37 de un embarazo sin complicaciones y acudió al hospital porque notaba humedad y sospechaba que podía tener una fisura en la bolsa amniótica.
Allí lo confirmaron con una prueba. Le hicieron un tacto vaginal y valoraron que estaba muy poco dilatada, apenas de un centímetro, y que no tenía contracciones. Le comunicaron que la ingresaban para inducirle el parto.
Jessica Me dicen que firme los papeles de la inducción mientras preparan las cosas. Lo firmo. Tampoco me explican nada más, me dan solamente la hoja. Y, como me habían dicho que no había otra opción, pues ya está.
Diana Jessica había llevado su plan de parto por escrito.
Jessica Y le digo: «Oye, te dejo aquí firmado el papel de la inducción. He traído mi plan de parto, así es que si tienes un momento, lo vemos juntas...», a la matrona que estaba por allí.
Y me dice: «Sí, sí, sí. Déjalo ahí y ahora, cuando vuelva, lo vemos». Digo: «Te he dejado ahí los papeles». «Sí, sí, sí. Ahora vengo, ahora vengo».
Cogió el documento de inducción firmado y mi plan de parto, que estaba exactamente al lado, porque lo puse aposta al lado, para que lo viéramos juntos... Eso lo dejaron ahí.
Pero yo les insistí. Pero ahí se quedó.
Diana El plan de parto es un documento donde la mujer refleja cuáles son sus preferencias sobre cómo quiere ser atendida. En la cartilla de seguimiento del embarazo que te da la matrona de atención primaria hay un modelo donde se pueden marcar opciones.
Por ejemplo, quién quieres que sea tu acompañante, si autorizas que haya personal en formación que no es esencial para tus cuidados...
También hay mujeres que prefieren elaborar su propio plan, más allá de este modelo oficial. Ese era el caso de Jessica.
Diana ¿Pero qué decía tu plan de parto?
Jessica Yo creo que cosas muy lógicas pero que, lamentablemente, hay que poner en un plan de parto porque no en todos los sitios es muy lógica, la cosa.
Que ante cualquier intervención, que por favor me lo comunicaran... De hecho, creo que ponía: «Comunicación fluida de todas las intervenciones que sean necesarias».
Que la episiotomía se evitara de todas las maneras posibles. Ponía que quería un corte ópimo del cordón. Ehmm... ¿qué más?
Diana Cuando dice “corte óptimo del cordón” se refiere a que se espere a que el cordón umbilical deje de latir y que la sangre de la placenta termine de pasar al bebé. Se ha demostrado que esto tiene numerosos beneficios para su salud.
Y es un ejemplo de cómo las mujeres utilizan los planes de parto para expresar que quieren recibir la mejor atención; la que recomiendan las guías clínicas y la evidencia científica, ni más ni menos.
Jessica Un parto respetado normal.
Diana Basado en cosas nada raras.
Jessica Exactamente, una cosa muy normal y que creo que, en gran parte de lo que ponía, perfectamente posible. Incluso en mi parto, en una inducción.
Alicia Va evolucionando, pero cuando empezaron los planes de parto, que la mujer decidía y ponía por escrito sus preferencias de cara al parto, al principio se encontraban con el rechazo de los profesionales.
«¿Tú me vas a decir a mí cómo te tengo que atender yo en el parto? ¿Quién es el especialista aquí, quién es el que ha estudiado?».
Claudia Hemos oído a Alicia, la conocimos en el primer capítulo. Ella fue otra de las mujeres que respondió a nuestro mensaje en redes sociales.
Es matrona y trabaja en atención primaria, en Murcia. Pero se formó en Inglaterra y, allí, el modelo de asistencia al parto es muy diferente al español.
Alicia Al volver a España, hubo cosas que me sorprendieron mucho.
Cuando la mujer rompe la bolsa, cuando yo estudié en Inglaterra, venía la mujer al hospital, se veía que estaba bien el bebé, se veía que el agua era limpia, se hacía un monitor, se veía que la mujer no tenía fiebre...
Aquí, mi sorpresa fue que no se esperan 48 horas para inducir. Muchas veces 12 o 24 horas.
Pero incluso hoy en día, hay hospitales que llega una mujer con la bolsa rota y, por carga asistencial o porque no tienen confianza en que vaya a ponerse de parto de manera espontánea, deciden inducirla tal cual entra por la puerta.
Sin darle ningún margen para que inicie de manera espontánea, en un embarazo que ha evolucionado de manera normal.
Claudia Alicia nos ayudará a entender qué ocurrió en los procesos de parto de Jessica, Ana y Verónica. Pero nos parece importante apuntar que no tiene relación con ninguna de ellas.
Ni es su matrona, ni las conoce, ni ha escuchado sus testimonios. De hecho, la suya fue la primera entrevista que hicimos.
Le pedimos que nos hablara, de forma general, de su experiencia en el paritorio. Y si hay tantas coincidencias entre su relato y el de las otras mujeres, es porque hablamos de patrones que se repiten.
Mujeres de todas partes están viviendo experiencias muy similares. Diana nos sigue contando la de Jessica.
Diana Jessica estaba ingresada en la habitación. Le habían puesto en la vagina un tampón de prostaglandinas, un fármaco que hace que el cuello del útero se ablande y se prepare para el trabajo de parto.
A veces, hacen que se inicie el parto; aunque a menudo esto no ocurre y, pasadas 24 horas, se recurre a la oxitocina sintética.
A Jessica le provocaron un efecto secundario que es frecuente: empezó a experimentar contracciones muy seguidas. Estaba tumbada, con el monitor puesto, y estar inmóvil le resultaba incómodo.
Jessica Empieza a ir a más, a más, a más... Y yo, claro, necesitaba moverme, porque me estaba doliendo.
Y no sé si mi pareja salió un momento a decirles: «oye, venid», o que se asomó alguien, y le dije: «Oye, ¿me puedo mover?». Y me dijeron: «Sí, sí, no te preocupes. Te quito el monitor y ya te puedes mover, y ahora venimos».
Pues no, no vinieron. Nosotros calculamos aproximadamente que estuvimos cuatro horas sin que nadie pasara por la habitación.
Alicia A veces, no se pregunta sino que simplemente se te dice. «Ah, mira, pues si ya estás favorable. Te ingresamos y te ayudamos un poquito, y enseguida tienes al bebé».
Pero en ese “te ayudamos un poquito” no te explican que te voy a poner una medicación para que dilates más rápido, te va a doler más, vas a necesitar epidural…
No te vas a poder mover, vas a estar en la cama, entonces al bebé puede costarle más bajar y encajarse, hay más posibilidades estadísticas de un fórceps, una ventosa o una cesárea...
Por una parte, no se está informando a la mujer de los riesgos que tiene inducir. Y por otra parte, no se están respetando esos tiempos.
Claudia Alba Mareca es periodista de La Marea y experta en análisis de violencias machistas. Nos presenta a Ana.
Alba Ana tenía 26 años cuando se quedó embarazada de su primer hijo. Todo su embarazo había ido bien hasta que, en la última ecografía, detectaron que tenía un exceso de líquido amniótico.
Superaba, por poco, el límite de lo que se considera normal y su embarazo pasó a ser de alto riesgo. Le dijeron que, si rompía la bolsa, tendría que ir inmediatamente al hospital.
Así que la noche que notó que tenía una fisura, eso es lo que hizo.
Ana Pues claro, nosotros... pues me duché y para el hospital, corriendo.
Alba Eran las dos de la madrugada.
Ana Me miraron, me dejaron ingresada y la matrona de urgencias me dijo: «Te vamos a dejar 24 horas y en esas 24 horas, tu cuerpo tiene que empezar ya con las contracciones. Si no, pues induciremos».
Alba Pasó la noche ingresada y, a las 10 de la mañana siguiente, llegaron las matronas a su habitación.
Ana Me tumbaron, me miraron y después me dijo la matrona: «Te hemos metido un Propess», que es para inducir.
O sea, ni me informó, ni me preguntó. Me lo metió y, cuando ya habíamos acabado la consulta, me dijo: «Te he metido esto».
Alba Propess es el nombre comercial de las prostaglandinas, el mismo fármaco para inducir el parto del que hablaba Jessica.
La diferencia es que Ana no dio su consentimiento. De hecho, ni siquiera le dijeron que se lo iban a poner.
Alicia Al margen de que haya, o no, que inducir un parto, lo que me parece importante es que sea una decisión informada.
Que sea la mujer la que decida, con toda la información. Que se le explique, que no se la infantilice, que no se le quite autoridad sobre su propia salud.
Àlex Si mi trabajo es básicamente colocar este micro donde tiene que estar... Vale.
Claudia Àlex Badia es mi compañero de rodajes y parte del equipo de Barret. Es productor y técnico de sonido de este pódcast, y entrevistó a Verónica.
Verónica Yo me quedé embarazada en mayo del 2020. Estábamos en uno de los encierros, ¿no? Casi no podíamos salir, en Madrid.
Yo no lo supe hasta un mes después, que fui a trabajar a Cuenca, a la bodega de una amiga mía. Y ella me miró y me dijo: «Tú estás preñada».
Àlex Verónica tuvo diabetes gestacional y esto, sumado a los resultados de los controles durante el embarazo, hacía que su caso se considerara de riesgo.
Verónica En las diabetes gestacionales, puede ser que haya un crecimiento anómalo del niño y que lleguen a pesos como cinco kilos, cinco y pico... Entonces, pues evidentemente ha crecido demasiado.
Lo que me angustiaba era ganar peso. Estuve todo el embarazo un poquito... que no podía engordar nada.
No engordé. La gente engorda, pues yo perdí como 10 kilos en el embarazo. Porque con la diabetes no puedes ganar más de 4 kilos, más o menos te tienes que quedar ahí.
Durante el final del embarazo me hacían muchas pruebas para controlar la parte de la diabetes y del tamaño del niño.
La conclusión era que el niño era muy grande y que iba a haber que inducir si no salía en la 40. Claro, eso...
Àlex La idea de la inducción era provocar el nacimiento antes de que el bebé creciera demasiado, porque había un riesgo potencial de que esto ocurriera. Potencial, porque de hecho no ocurrió.
Verónica Al final, mi bebé pesó 3,400. O sea, un bebé normal.
Àlex De todos modos, a Verónica no le dieron más información. No le ofrecieron alternativas ni le explicaron los riesgos que tenía cada una de estas alternativas.
Àlex “Te va a venir muy grande”... ¿Te explicaron qué podía significar eso?
Verónica Que el bebé iba a ser muy grande y que, entonces, iba a haber problemas para el parto.
Pero bueno, claro. Si era una cuestión médica y era tan importante... Oye, vas a tumba abierta. A lo que haya que hacer.
Àlex En su caso había una indicación clínica. Pero a veces, la prisa por provocar o por acelerar los partos tiene otras motivaciones que no tienen nada que ver con la salud de la madre o del bebé.
Alicia Ya desde el embarazo, a las mujeres, decirles: «Uy, parece que estás estrecha. Tu cadera es estrecha, tu bebé es grande, no sé si vas a poder parir, esto lo vamos a tener que valorar...».
Y ya la vas preparando para hacer una cesárea programada, porque ella no sabe parir. Eso es lo que también veo muchas veces: la información es muy sesgada.
Cuando a mí me interesa hacer una intervención, te la voy a vender como que esa es la intervención que tú necesitas. Y si no me haces caso, es a cuenta y riesgo tuyo, porque aquí el que sabe soy yo.
Y en otras disciplinas, a lo mejor no tienes tanto interés. Pero en la obstetricia sí que puede haber un componente económico, por ejemplo en la privada, que según qué intervención te hago, yo cobro más o menos...
O me viene mejor por tema de horarios, o me viene mejor... Eso sí que lo he visto y lo he vivido.
Verónica Hacía todo lo que había que hacer para ponerse de parto: andar, sexo, lo otro, para arriba, para abajo... Pero no me ponía de parto y finalmente decidieron programarlo para un lunes.
Yo cumplía la semana 40 en esa semana, pues el lunes mismo me programaron a las 8 de la mañana. Me ingresaron a las 8 y, para la inducción, me metieron unas pastillas por la vagina, que vas dilatando y tal.
Nada, allí no pasaba nada. Yo seguía, cada X me volvían a meter otras pastillas. Y ya eran las 8 de la tarde o así, y de repente fue como si me hiciera pis.
Empecé yo: «Ay, Dios mío, disculpa, creo que me he hecho pis», al pobre hombre. «No, pues muy bien, eso es que has roto aguas, eso es que empieza». Dijo: «Voy a avisar a la enfermera».
Y dijo: «Bueno, ahora ya empieza lo fuerte, así que vete preparando. Pero vamos: ¿tú quieres parir esta noche o prefieres que esperemos a mañana?».
O sea, ¿cómo va esto? Yo pensé que era natural, que ya empezaba y esto seguía. No que mañana por la mañana... ¿Tanto lo pueden controlar? No lo sé, no tengo ni idea de por qué pasó eso.
Yo le dije: «No. Esto, para adelante. Yo qué sé».
Claudia Vale, vamos a recapitular. Hasta el momento, Jessica, Ana y Verónica se están poniendo de parto.
En los tres casos, han sido inducidos. Esto significa que el parto se ha provocado de forma artificial, con medicación. O sea, que no fue lo que se llama “inicio espontáneo”.
Seguimos escuchando el relato de Ana. Igual que a Jessica, esta medicación le causó contracciones dolorosas pero que no provocaban los cambios deseados en el cuello del útero.
Ana «Vamos a romperte la bolsa y a ver si esto se agiliza un poco». Pues me rompieron la bolsa y vieron que no tenía tanto líquido amniótico. Me dijo: «Anda, pues no hay tanto líquido amniótico».
Yo ahí, ya pensé: «No puede ser. He venido corriendo al hospital, que podría haber estado en mi casa, tranquilamente hasta que empezaran las contracciones, por lo menos...». Pues nada, que no había tanto líquido amniótico.
Alicia Romper una bolsa, poner una oxitocina acelera los partos. Si el bebé está bien y la mamá está bien y el parto va progresando de una manera normal, ¿por qué necesito intervenir? ¿Por qué tengo que hacerlo más rápido, si la mujer lo está llevando bien?
Se hacen muchas intervenciones que yo no consideraba necesarias y el hecho de que yo no las hiciera podía ser interpretado por los profesionales como que yo no hacía mi trabajo de manera correcta.
Como que yo no sacaba el trabajo, no hacía que las mujeres parieran.
No hacer no es que sea un sinónimo de no trabajar, sino de permitir que evolucione al ritmo que necesite, siempre y cuando la mamá y el bebé estén bien, y evolucione de una manera razonable.
Ana Iba dilatando muy lentamente, me seguían haciendo tactos... No sé cuántas horas, yo creo que cinco, seis o siete horas.
Yo ya pedía la epidural, porque no podía más. Yo ya estaba deshecha, no podía conmigo.
Y ya cuando por fin parece que dilaté tres centímetros, me dijo: «Vale, te bajamos a dilatación y te ponemos la epidural.
Alba Las contracciones sirven para hacer que el cuello del útero se dilate y que el bebé vaya bajando por el canal del parto.
Cuando el cuello está totalmente dilatado, aproximadamente de 10 centímetros, comienza la fase de expulsivo.
Bueno, más o menos, esto no es matemático. Un indicador de que el bebé ha bajado lo suficiente y es el momento de empezar los pujos es que la madre tenga ganas de empujar.
Lo que pasa es que la epidural puede eliminar esta sensación. Fue lo que le pasó a Ana y entonces, las matronas le iban indicando cómo y cuándo empujar.
Ana Y cuando por fin, a las horas, me dicen: «Ya estás casi completa». «Ya casi estoy completa... esto ya va a acabar», pensé.
La matrona venía, empujaba y se iba. A la media hora o los veinte minutos volvía. «Vamos a empujar otro rato». Empujaba varios pujos y se volvia a ir, y al rato volvía a venir.
Mientras esa matrona se fue, en ese intervalo vino una mujer. No sé si sería matrona o ginecóloga, no sé.
Entró, me dijo: «Esto no puede ser. No estás poniendo de tu parte, estás empujando fatal. Te vas a ir de cabeza a una cesárea». Dijo eso y se fue. Y claro, yo ya me eché a llorar, con mi marido. Le dije: «Es que ya no puedo más».
Mi marido, en ese momento, fue quien me dio las fuerzas. Me dijo: «Tú no quieres cesárea, acuérdate. Tú puedes».
Diana Mientras tanto, Jessica se llevaba su primer susto.
Jessica Y, de repente, no sé qué vieron en el monitor, que salió fuera de la habitación y llamó a la gente.
Y de repente veo que viene muchísima gente adentro de la habitación y yo lo que preguntaba era: «¿Qué pasa? Pero por favor, ¿está bien el bebé o le está pasando algo?».
«No, no, que es que el bebé, como tienes tantas contracciones seguidas... parece que se está agobiando un poco».
«Mira, vamos a hacer una prueba para ver si el bebé está bien para aguantar lo que queda del parto. Es hacerle un pinchazo en la cabeza al bebé, vamos a tardar bastante rato...».
Y ahí es cuando, me extrañó muchísimo, le dicen a mi pareja que se vaya, que se tiene que ir. «Pero tranquilo, que va para rato».
Alba Esto mismo le pasó a Ana: el equipo sanitario decidía que era el momento de que se quedara sola, sin su acompañante.
Ana Entonces ya vino la matrona que me estaba atendiendo y dijo: «Vale, pues ya ha bajado lo poco que tiene que bajar. Te vamos a llevar a quirófano para usar ventosa». «Pues vale».
Ya me metieron a quirófano, a mi marido no le dejaron pasar.
Alba ¿En algún momento os dieron alguna explicación sobre por qué tu marido no podía acompañarte?
Ana Porque en quirófano no entran acompañantes.
Recuerdo estar tumbada en la camilla y ver enfermeras, supongo que... bueno, la matrona que me estaba atendiendo y enfrente mío, me acuerdo de que había un montón de... Si no había cinco o seis personas... No sé qué eran.
Pero estaban enfrente, no estaban conmigo. O sea, yo no entiendo por qué no puede estar mi pareja, al lado mío, sentado, dándome apoyo.
En ese momento necesitaba su apoyo, no necesitaba estar sola, después de tantas horas, de tantas cosas que me estaban haciendo.
Alicia Te diría que no conozco ningún hospital en los que yo haya trabajado, en el momento en que yo he trabajado, en el que un padre se pueda quedar para una ventosa, un fórceps o para una cesárea.
En Inglaterra sí que pueden entrar a los fórceps, a las ventosas, incluso a las cesáreas urgentes. A mí me parece que es importante que esté la pareja.
¿Por qué no puede la mujer tener el apoyo de su pareja en ese momento? ¿Es un miedo a que sea un trauma? Pues deja a él que decida si va a ser un trauma o no.
¿O es un miedo a que haya un problema y que haya demasiados testigos?
Ana Me tumbaron y me acuerdo de que estaba como en una cruz. Yo no podía mover las manos.
Un hombre se puso a mi lado izquierdo y veo que el hombre se pone encima de un taburete y, con el antebrazo, me empieza a hacer fuerza en la tripa. Eso lo hizo tres veces.
Verónica Empezó a entrar mucha gente, el bebé no giraba y entonces, ahí ya me empezaron a decir que... que me tenían que ayudar porque el niño tenía que salir.
Y entonces, se me subieron encima. Primero se me subió una de las enfermeras y me hizo la maniobra... ¿Cómo se llama? ¿De Kristeller, no, se llama?
Àlex Se llama “de Kristeller” en honor a Samuel Kristeller, un ginecólogo alemán que la describió en el 1867, hace 150 años.
La maniobra de Kristeller consiste en hacer presión sobre el abdomen de la mujer, con el supuesto fin de favorecer la salida del feto por el canal del parto.
Verónica Se te suben encima así, a horcajadas, y te dicen: «Te voy a hacer una ayuda». Y entonces es que te arrastran con el brazo, así, la tripa hacia bajo.
O sea, se pone todo su peso encima tuyo y se agarra fuerte a una cosa y, con toda la fuerza, te empieza a hacer así por la tripa.
Y eso me lo hizo varias veces. Me decía: «Agárrate fuerte aquí y aguanta». Tú aguantas... O sea, tú estás ahí a lo que hay que hacer. Ya te estás preocupando, ya llevas muchas horas. Pues venga.
Y entonces, como se ve, esta chica era menudita y no me lo hacía... no sé. Entonces llegó la matrona, que era más corpulenta, y me lo hizo pero... me hizo un daño que te cagas.
Entonces yo chillaba, en plan: «Que me haces daño». No enten... Además, es que no entiendo muy bien a qué viene un codo... O sea, ¿eso realmente va a funcionar? ¿Un codo aquí?
Diana ¿Realmente va a funcionar? Los datos que existen sobre su uso son muy pobres y no se ha podido demostrar que sea efectiva, pero sí se conocen los riesgos para la madre y para el bebé.
En el caso más extremo, el útero se puede romper. Hay madres que sufren hematomas, daños en el suelo pélvico, incluso rotura de costillas. Además, es una maniobra dolorosa e incómoda, que se puede percibir como una agresión.
Jessica Yo percibo que alguien que está a mi lado derecho me está poniendo, o tiene puesto el antebrazo debajo de mis costillas.
Yo no sé si estaba apretando, yo no sé si estaba posicionándose. Yo sé que cuando conecté y vi a la persona, estaba con el antebrazo en mis costillas.
Y yo grité: «No quiero Kristeller. Kristeller, no», o algo así les dije. Y se quedó la tía alucinando, y me dice: «No, no, si no es esa maniobra», mientras iba quitando el antebrazo de encima mío.
Alicia Es una práctica que antes se hacía mucho y hay hospitales en los que se sigue haciendo, que es cuando, en el momento del final del parto, para ayudar... “ayudar” a que baje la cabecita del bebé, una persona apoya en el fondo del útero.
Una persona apoya su brazo y empuja hacia bajo, con todo su peso, para empujar hacia bajo y que el bebé salga más rápidamente.
Verónica Esa maniobra me la hicieron varias veces durante el proceso. Y una vez de ellas, la chica de gafitas que era más pequeña me dijo: «Te lo voy a hacer otra vez y déjame que te lo haga», porque se ve que yo les debía de estar quitando los brazos, ¿no?
«Déjame que te lo haga porque, si no, va a venir la otra, que te va a hacer mucho más daño que yo».
Alba Hoy en día, autoridades como la OMS o el propio Ministerio de Sanidad español recomiendan que no se realice, ya que no se ha demostrado que sea efectiva y tiene riesgos para la salud de la madre y el bebé.
Sin embargo, la maniobra de Kristeller se sigue haciendo en hospitales de nuestro entorno, a pesar de sus riesgos y de que es una práctica obsoleta.
Cuando se realiza, no registra en los informes clínicos, posiblemente para evitar conflictos legales. Así ocurrió en el caso de Ana.
Ana Con el tiempo, pedí el partograma.
Alba ¿Y en ese partograma se incluía todo lo que te habían hecho durante el parto? ¿Incluido, por ejemplo, cuando este señor se te subió encima y demás?
Ana No, en el partograma no sale ni todos los tactos que me hicieron, que no debían hacer cada hora, porque hay riesgo de infección... Cuando se puso el hombre encima, que es la maniobra de Kristeller, no lo pone. No lo pone en ningún momento.
Alicia Yo, en toda mi formación eso no lo vi nunca. Y aquí, en España, es una práctica que se hacía.
A mí, alguna vez me pedían, si venía el ginecólogo a hacer el parto, me pedían que hiciera eso. Y para mí era una cosa tan violenta que... yo apoyaba así, un poquito. En alguna ocasión, apoyé un poquito con la mano y no creo que funcionara muy bien, porque siempre llamaban a otra persona.
Pero recuerdo una vez que dije: «No, no, yo no hago kristeller». Le dije a la ginecóloga que no iba a hacer el kristeller y entonces llamó a otra persona para que viniera a hacer esa maniobra a la mujer, para que bajara el bebé.
Es una práctica que todavía sigue en algunos hospitales y en algunos partos. Por suerte, no en todos.
Verónica Yo quería hacerlo bien, ¿sabes? Y tenía miedo, porque de repente había muchos médicos, que si no se giraba, que sola no lo podía hacer y que entonces me tenían que ayudar.
Y de repente, vinieron más personas y empezaron a decir que yo estaba gritando mucho. Me decían: «No grites tanto. Es que grita mucho. Que no grites tanto, porque toda la fuerza se te va en los gritos y, al final, no tienes fuerza para expulsarlo».
Ya mí me dijeron esto y yo decía: «¿Pero cómo, que estoy gritando?». Es que yo no sabía ni que estaba gritando, ¿sabes? Y claro, me tuve que empezar a concentrar en callarme, porque... pues yo qué sé. En cerrar la boca y callarme.
Y era muy raro empujar así.
Àlex Y para nosotros es muy raro escuchar un relato así. Yo, como técnico de sonido, después de un año grabando partos, estoy acostumbrado a que suenen más bien así.
Jessica Claro, ya veo que viene mi pareja, entonces yo empujo. Pues empecé a hacer los pujos de la manera que yo había entendido, más de tipo abdominal y no hacer apnea para no fastidiar el suelo pélvico y tal.
Pues hice un pujo así y me dicen: «No, así no puedes. Tienes que aguantar el aire, retener el aire y empujar con todas tus fuerzas. Tiene que salir ya».
Verónica Ya era por la mañana y dijo: «Por favor, el padre que salga». Y yo ahí sí qué dije: «Hostia, ¿qué coño pasa?».
Trajeron el instrumental tapado con una sábana. Yo no sabía lo que iba a pasar, solamente que me tenían que ayudar porque sola no salía.
Me cortaron para hacerme la episiotomía. Claro, como traían los fórceps… Muchísimos médicos, unos silencios raros, la gente hablando bajito...
«Te voy a ayudar». «Ya, pero ¿qué vas a hacer?».
Alicia Existen inducciones, existen ventosas, fórceps, cesáreas... Ese no es el problema. Es la información a la mujer.
Que entienda por qué se hacen las cosas, que se le pida consentimiento, que se le eplique el plan...
«Mira, esta es la idea. Esperamos que pase así. Si evoluciona bien, podemos hacer esto. Si no evoluciona, estamos pensando que a lo mejor sería necesario esto...».
Esto es lo que necesitan las mujeres: sentir que son partícipes de su propia historia. Que no se le culpe, que no se le insulte, que no...
Àlex Todo esto que dices en negativo, ¿son cosas que has vivido, que has visto?
Alicia Sí, son cosas que he visto, que he vivido. Sí.
Para mí fue un shock muy grande aterrizar en un modelo tan diferente. Entonces, renuncié a trabajar en paritorio y decidí pasarme a atención primaria.
Ana Bueno, al final el niño salió. Me lo enseñaron como... ¿dos segundos?
Yo estaba... yo seguía atada, no podía tocar a mi bebé, no podía hacer nada. Me lo enseñaron, dos segundos, y se lo llevaron.
Me eché a llorar muchísimo. Y recuerdo que alguien me dijo: «¿Por qué estás llorando?». Y en ese momento, yo pensé: «¿Pero en serio me están preguntando esto?»
En ese momento exploté a llorar y lloré. No entendí esa pregunta.
Verónica «Ya está la cabeza, que entre el padre». Y entonces, él entró y fue justo que sacaron al bebé, no hubo ningún ruido...
Me lo pusieron encima... mira, me voy a emocionar... como cuatro segundos y me lo quitaron.
Al bebé, lo llevaron a una camilla, que yo la podía ver. Yo empecé a convulsionar, descontralada, y me dijo la chica: «Es que tú no la puedes coger». Obviamente, yo es que no...
Todo eso, el bebé ahí, con el oxígeno. Muchísima gente y yo no le oí llorar, ¿sabes?
Jessica Noto que sale... La niña no lloraba, yo: «¿Está bien? ¿No llora?». Y: «Sí, sí, está bien». La niña, con los ojos abiertos me miraba, estaba tranquila...
Y yo, pues bueno, me dio como... madre mía, me relajé, está bien... Claro, yo había pasado un miedo terrible en las últimas horas.
Diana A Jessica aún le faltaba recibir una noticia más sobre otra intervención sobre la que tampoco la habían informado. De hecho, se lo comunicaron después de hacerla: la episiotomía que ella había pedido que se evitara a toda costa, en el plan de parto que nadie leyó.
Jessica Me dice: «Te voy a coser». Y luego pregunto: «¿Pero es que me he desgarrado mucho?». Claro, a mí nadie me había dicho que me habían hecho una episiotomía.
Yo pensaba que al salir la niña... además, como había salido tan rápido, yo digo: «Pues me habrá desgarrado un poco». No, no, que me habían hecho una episiotomía y nadie me había dicho nada.
Diana ¿Y qué consecuencias ha tenido la episiotomía?
Ana Pues mira, yo he tenido que volver a revisión porque, cuando retomé relaciones sexuales sentía mucho dolor.
Entonces, con el tiempo ha ido mejorando la cosa, pero sí que es cierto que fue una episiotomía que se curó muy mal.
Diana En el informe del parto de Jessica consta esta episiotomía. Pone: «Episiotomía: sí», sin mayor explicación.
La episiotomía es un corte en el periné: piel, músculos y fascias que rodean la vagina. Y que equivale a un desgarro. O sea, que no es cualquier cosa.
No obstante, no hay un protocolo para hacer un seguimiento de esta lesión. Tras el parto, el recién nacido es derivado al centro de salud automáticamente y comienzan las citas para evaluar su crecimiento, se programan las vacunas...
Esto no ocurre con la mujer que acaba de parir. Jessica se encontró con la matrona por casualidad, cuando fue a su centro de salud a una de las revisiones con el pediatra.
Jessica No se pasan la cita directamente. Sino que, bueno, pues ya lo pedirás tú si lo necesitas, o no sé. Pero vamos, el caso es que yo tenía una episiotomía ahí que había que ver. Claro, fue totalmente fortuito. Me encontré a la matrona... «Oye, pero... ¿y esto?».
Diana Esta falta de atención a las secuelas del parto es una constante en los relatos que nos han contado.
Muchas mujeres escuchan a sus ginecólogas decirles que el dolor es normal, que la herida cicatrizará.
En España, no todos los hospitales cuentan con unidades especializadas en suelo pélvico. Y de hecho, tienen que sufrir secuelas muy evidentes del parto para que se las derive a las que hay.
Por tanto, se las abandona a su suerte y, las que se lo pueden permitir, se informan por su cuenta, se cuidan como pueden, acuden a fisioterapeutas especializadas en la recuperación del suelo pélvico... Son tratamientos que pueden llevar meses y que tienen un elevado coste económico.
Cuando no se diagnostica y se trata a tiempo, una episiotomía –como cualquier desgarro– puede tener consecuencias para la salud y la sexualidad de las mujeres, durante toda la vida.
Claudia Por un lado, hay episiotomías que se curan bien de forma espontánea. En el otro extremo, las hay que dejan secuelas físicas graves, como incontinencia urinaria o fecal. De estos casos hablaremos en los siguientes capítulos.
Pero también hay ocasiones en las que las secuelas tienen un componente subjetivo: el dolor que sienten las mujeres, especialmente durante las relaciones sexuales.
Y aquí es donde se encuentran con que la sanidad pública les ofrece poca ayuda, quizás por falta de recursos.
Alicia Hay veces que... no sé si será la carga de trabajo o qué. Pero si no son cosas graves, pues no son importantes.
O que no se termina de creer a la paciente porque, a lo mejor, no se le ve una solución o no se le cree.
Recomiendo siempre un fisioterapeuta de suelo pélvico y valorar las cicatrices, hacer masaje de cicatriz... Y no entra por la Seguridad Social pero existe esa alternativa, que la mujer lo sepa.
Lo que pasa es que no todas tienen los recursos de poder... Y muchas veces, te ves que no les puedes ofrecer nada más.
Verónica Entraban cada X a hacerme los tactos, las ginecólogas. Como es un hospital universitario, entran con un montón de gente también.
Àlex ¿Te preguntan? ¿El permiso para que entre ese montón de gente, que tu recuerdes?
Verónica O sea, yo no... No podía estar en pie de... No...
Que es lo que me jode, no haber podido ser un poco más asertiva en algunos puntos y haber dicho “esto no y esto sí”. Tú ya estás a... Pues si tienen que entrar 80, que entren.
Alicia No es el momento de reivindicar, no es el momento de ponerse en pie de guerra. Es el momento de poder vivir tu embarazo, tu parto, tu maternidad.
Cómo gestionar eso para no crear falsas expectativas pero para darles su empoderamiento a las mujeres, a veces es difícil.
Porque, al fin y al cabo, no te puedes poner en contra del equipo. Cuando tocamos, a veces, el orgullo, también... Es más difícil.
El lunes me preguntaba una mujer en la educación maternal: «Tengo una amiga que le han hecho muchos tactos. Y venía uno y le hacía otro, y otro, y tres o cuatro personas le hacían el mismo tacto. ¿Yo me puedo negar?».
Verónica Me hubiera encantado hacerlo de otra forma. A lo mejor, en el momento: «Oye, me estás haciendo daño. Basta ya de esto, no me lo hagas más. No quiero que te subas otra vez encima, basta».
Y haber podido decir en ese momento: «Oye, no».
Pero yo no quería ir en plan guerrera. Ni se me había ocurrido indignarme así. Tú vas ahí como... sumisa. Y me da rabia, ¿sabes?
Ana Le das vueltas y vueltas. ¿Y por qué? ¿Qué habré hecho yo mal para tener un parto así? ¿Para que te traten así? O sea, de primeras te echas la culpa a ti.
Me pegué meses sin poder hablar del tema. Era empezar la historia y llorar. Llorar, llorar muchísimo. Gracias a llorar y a contarlo, es por lo que lo he superado.
Claudia Contar sus historias ha ayudado a muchas mujeres a dar un cierre a sus experiencias traumáticas. Los relatos son una forma de elaborar el sufrimiento que sintieron y que no fueron capaces de verbalizar en aquellos momentos.
También es un modo de cuestionar las relaciones de poder que se produjeron durante el parto.
Francisca La mayoría de los casos que yo llevo son por mujeres que han quedado con incontinencia. Sufren dolor en las relaciones sexuales, les queda una cicatriz hipertrófica...
Por supuesto, los niños. Niños que quedan con parálisis cerebral, con lesiones del plexo braquial...
Claudia Francisca Fernández es una abogada especializada en derecho sanitario y, sobre todo, en casos de violencia obstétrica, desde hace más de 19 años.
Francisca Realmente, las mujeres, lo que es demandar, es por casos muy graves. Las demandas serían solo la punta del iceberg.
Claudia Cuando las secuelas son graves, algunas mujeres deciden denunciarlo y exigir una reparación por el daño recibido.
En los siguientes capítulos, seguiremos abordando la violencia obstétrica a través de relatos de mujeres. Nos acercaremos a esta dimensión jurídica a traves de Francisca y la acompañaremos durante algunos de sus casos actuales.
Lucía Parir en el siglo 21 es un pódcast de Barret Cooperativa. Barret somos Claudia Reig, Lucía Fos, Dani Fabra, Vicent Peris, Dani Palau, Àlex Badia, Paula Rausell y Carles Martorell.
Este capítulo está editado por Dani Fabra y por mí, Lucía; y producido por Claudia y Àlex, que también hizo la música.
El diseño de sonido y la mezcla son de Marc Arenas. Vicent Ibáñez hizo la web. También colaboran las periodistas Diana Oliver y Alba Mareca.
Seguimos en el próximo capítulo de Parir en el siglo 21. Hasta pronto.